Dame un bolígrafo y un papel y te enseñaré a soñar. Antes de que aprendas a soñar debes cerrar los ojos y imaginar un mundo nuevo, solo para ti y para mi..

domingo, 22 de enero de 2012

Soy tu princesa.


Ven, cógeme de la mano y corre conmigo a la salida del instituto, hacia tu moto roja, llévame dónde miran tus ojos color de tarde de verano, hacia la carretera sin fin en la que nadie pasa, mientras aprieto la cara contra tu espalda y cuento las hileras de chopos que se difuminan velozmente en colores verde y ocre y creo que la vida es esa huida, abrazada a ti hacia dónde tú quieras llevarme, porque ya entonces, sin ti yo no era nada.

Deja la barra del bar en que te apoyas con un vaso en la mano, mientras el cigarro se quema en la otra. Ven, acércate a mí, sepárame del grupo de mis amigas, tiéndeme la mano y sácame hacia la pista de baile. Llévame entre la gente, deja que las amigas se rían muertas de envidia por no ser las elegidas. Baila conmigo, así, bien pegado, con tus vaqueros de marca y tu camisa azul; baila conmigo mientras no dejas de sonreír y tu cara es como la luz de un faro apareciendo y desapareciendo entre las luces de la pista y el humo de los cigarros. Sigue mirándome, mantenme unida a ti por esa mano que baja por mi espalda, por ese cable invisible con el que tu sonrisa me enreda y yo me dejo atar, porque lo único que quiero es estar atada a ti, pegada a ti, colgada para siempre de tus manos.

Cuéntame al oído, tendidos en la hierba, mientras las hojas de los sauces van cayendo por el otoño que este año se adelanta, que tú vas a estar siempre a mi lado, protegiéndome, porque soy muy frágil, de todo lo que pueda hacerme daño. Repíteme, mientras bandadas de aves migratorias cruzan el cielo azul por encima de nosotros, que tú siempre vas a estar a mi lado, cogiéndome de la mano, cuando la vida y sus futuras angustias entren en nuestro hogar, ese hogar que me pintas, en la ciudad, en un barrio elegante, en una casa con grandes ventanas desde la que sentirse segura mirando como todos se mueven allá fuera buscando lo que tú y yo tenemos: felicidad.


Recuérdame la boda, mi traje blanco, mi ramo de preciosas flores crema, los invitados, la música, el hasta que la muerte nos separe! Recuérdame la luna de miel, el avión, las maletas, los días y las noches sin salir de la cama, en el hotel, al borde de una playa llena de palmeras en el que tantas parejas parecen flotar bajo un sol que adormece el alma.

Vuelve a besarme así, primero despacio, desde el cuello hasta los pies, resbalando por todo mi cuerpo tembloroso y entregado y luego deprisa, girando abrazados en la cama, mezclando gemidos y sudor, la ropa tirada en el suelo, el pelo revuelto, los ojos cerrados de puro placer y los dientes apretados para no gritar lo feliz que soy.
Acaricio tu pelo y miro como el sol va cayendo en el ángulo de la ventana del dormitorio y todas las cosas se tiñen de luz dorada, incluidos tus ojos cuando levantas la cabeza y me miras orgulloso de mí y de mi sonrisa diaria.

Hoy lo he hecho, sin maleta, sin ropa, sin dinero, sin fuerzas. No me llevo nada, las princesas no necesitamos nada, somos seres que habitan sólo en los cuentos. Somos incompatibles con esta realidad gris en la que viven las personas de verdad.


Tu princesa

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